Wednesday 13 October 2010

Respuesta

Los días han sido confusos, llenos de preguntas. Después de algunos momentos de iluminación y certeza, mi sistema de creencias de repente se me desmoronó y con eso, recuerdos de niñez y fe en los que mis padres están involucrados se me revolvieron en la cabeza.


Soñé con mi papá. Venía de visita a mi escuela después de muchos años de no verlo. No me acuerdo muy bien del sueño quizá por tanta aprensión que sentía, quería recordarlo todo, quería estar lúcida.

Sin embargo recuerdo que le pregunté por qué no regresaba a la vida para estar conmigo. Me respondió con dulzura que "ya me había enseñado todo lo necesario".

Thursday 30 September 2010

La escuela verde

La seguía, tenía que cuidarla pero antes tenía que encontrarla en esa enorme escuela verde pálido.

Alguien me dijo en qué salón podía encontrarla: en la planta baja, al final del corredor que estaba junto a una cancha.

Corrí.

Pero al bajar las escaleras de caracol los pisos parecían multiplicarse. Podía ver la planta baja, a donde iba, pero no podía llegar porque con cada paso que daba, los pisos que me faltaban se multiplicaban.

"A ver, a ver. Esto está muy raro. Simplemente, no puede ser. Es un sueño", pensé.

"Cambiémoslo".

En mi intento po detener la multiplicación de escalones, éstos desaparecieron y la escalera de caracol se volvió una rampa, pero era una rampa que tampoco dejaba de crecer de manera que seguía sin poder alcanzar a llegar a la planta baja.

Bueno, pero no podía ser, era un sueño y lo podía controlar, pensé. Así que lo cambié de una vez por todas con un poco de más concentración. La rampa dejó de crecer y pude llegar a la planta baja.

Encontré a F. en su salón. Chiquita, chiquitita, del tamaño de un bebé. La cargué en mi brazos y la abracé. Perdí la noción de que estaba soñando.

Un automóvil flotante

Esta vez viajaba con la pareja que vive en un bote y que acaba de comprometerse. Quizá otros nos acopmpañaban.

Cruzamos un desierto anaranjado. Él me preguntó si acaso no estaba acostumbrada a esos paisajes considerando el país donde nací. Le dije que no, porque los desiertos están en el norte, a donde yo casi no he ido.

Después de varias horas de manejo, llegamos a un hermoso y brillante lago. Él me enseñaría cómo su nuevo automóvil podía convertise en una lancha. La idea me parecía un poco rara pero no estaría mal probar a ver si realmente funcionaba.

Él y yo nos adentramos en el lago. "Wow, si todos tuvieran este tipo de autos no necesitaríamos puentes", le comenté. Me encantó la idea de su nueva adquisición.

Pero de repente nos dimos cuenta de que estábamos demasiado pesados. La lancha comenzaba a hundirse, no tenía suficiente potencia para mantenernos a flote. Mi mochila me preocupaba porque adentro tenía mis documentos, mi cámara y mi celular.

Decidimos regresar a tierra firme, donde ella, su prometida y otras personas nos esperaban. Emprendimos el camino de regreso. Ella me mostró la foto de esa otra pareja que se fue a Australia y que todos extrañaremos tanto. Se veían muy guapos los dos. Me pregunté si los prometidos se veían igual. Él definitivamente era divertido. Pero y ¿y ella?

Nota

Bueno, la cosa se puede poner aburrida desde ahora porque la tarea acordada es tener un diario de sueños, lo que implica que escribiré diario y no solamente cuando un sueño me parezca muy importante.

Saturday 25 September 2010

¿Por qué escribo mis sueños?

A veces me pregunto si es verdaderamente bueno escribir mis sueños o más aún, releerlos.

Es como tratar de atrapar un recuerdo a pedazos y los sueños quizá existen para olvidarse. Quizá son como las imágenes de un caleidoscopio que se construyen una vez para ser admiradas solo por un momento y después convertirse en algo distinto.

Reconstruir sueños tiene sus riesgos. A veces me traen amargos sabores. Pero otras, en las que no los puedo pasar por desapercibidos, pareciera que me queman por dentro hasta que los escribo para saber que se quedan en algún lugar de la web y de mi disco duro y que puedo recurrir a ellos en cualquier momento.

Recordar muchos de mis sueños y vivirlos intensamente durante la vigilia en la vida diaria me ayuda a entender muchos de los procesos que vivo, que desmaraño y que vuelvo a enmarañar noche tras noche y día tras día.

Si me olvidara de ellos, entonces cómo recuerdaría esos momentos que al despertar me parecen tan importantes y tan reveladores, que me traen entendimiento y certezas y algunas veces, tanta paz.

Un espejo u otra descripción fallida de lo indescriptible:

Sucedió una noche frente al espejo de un baño en una casa de las montañas de Gales, al levantar la cara después de lavarme las manos.

Los ojos parecían dos ópalos negros y brillantes abrazados por esmeraldas resplandecientes que reflejaban luz, luz pura.

La piel era color manzana y lucía tan exquisita como la de un bebé.

El pelo tan sedoso como nunca antes lo había visto y de color miel cristalina parecía vibrar de energía, como si celebrara una fiesta de alegría.

Pero esa bella sonrisa fue lo que más poderosamente me mantuvo en ese momento extático, inmersa en el reflejo de mi propia imagen.

Esa sonrisa adornaba una expresión de compasión y dulzura total, de entendimiento, paciencia, amor y devoción.

¡Esa soy yo, yo soy eso, eso es eso!

Y no podía dejar de sonreír haciéndome con cada fracción de segundo más consciente de mi propia dicha. Sonreía conmigo, sonreía con él. Me veía con la dulzura, la tranquilidad y la satisfacción que una madre ve a un hijo recién nacido.

Me veía con la sabiduría del más viejo y con una certeza antes inconcebible que no podía más que inspirarme seguridad y protección total.

Eso me vio con mis ojos y yo lo vi a través de mis ojos. No había vivido en mi vida un momento tan absoluto, tan absorta en la certeza de que el ser vive dentro de mí tanto como yo en él.

No puedo más que estar agradecida. Gracias, gracias, gracias.

Mi papi

Caminaba, hablaba, lo abrazaba, estaba, estábamos por fin juntos y entonces le pregunté entre risas y casi gritando con ese tono que suelo usar cuando digo algo que me parece tan obvio pero tan necesario decir: ¿Y todo lo que pasamos para estar otra vez juntos aquí, no papi? Por supuesto la respuesta fue una dulce sonrisa de esas que tanto recuerdo.

Wednesday 25 August 2010

Una pesadilla de amor en una noche de verano en París.

L. me amaba pero su ex reapareció en su vida y decidió que también debía amarla a ella porque "la pobre" estaba desconsolada.

Nos amaba a las dos y yo no podía soportarlo. El a quien le había confiado mi corazón y mi alma, en quien confiaba plenamente, a quien amaba por primera vez de verdad, mi mejor amigo y confidente, mi mejor amante y el más tierno y dulce de los hombres me dijo que lo aceptaba, o se quedaba solamente con ella.

Me destrozó. La confianza recobrada en el amor se evaporaba desde mi corazón vacío envenenado mi cuerpo.

Lloré, grité y le dije cuánto lo odiaba y cuánto lo amaba. Le rogué y seguí llorando. No recuerdo haber llorado tanto, sentir tanto dolor en mi corazón, que comenzaba a palpitar cada vez más rápido mientras mi respiración se aceleraba a medida que mi desesperación se agudizaba.

No podía soportarlo, sentía que moría cuando de repente su enorme rostro apareció en el cielo para decirme "te amo" y asegurarme con su sonrisa y su dulce mirada que todo estaba bien . Supe entonces que era un sueño y dejé que tomara el curso que debía, que se quedara con ella si quería porque en mi realidad yo estaba con él y seguía confiando en el amor.

Cuando desperté L. acariciaba mi pelo y me preguntó qué soñaba porque notó mi malestar en medio de la noche. Para calmarme me había susurrado al oído "te amo" y notó en seguida como me tranquilicé.

Por alguna razón extraña lloré en sus brazos.

Los hippies y la virgen

De viaje an Gales y rodeados de montañas, en una de nuestras largas caminatas. Todos los amigos de L. nos acompañaban. Recuerdo muy claramente a Ali, Mar y Anew porque ellos estaban cerca de mí cuando entre las nubes apareció una imagen colorida de la vírgen de Guadalupe, tal como los mexicanos la representan y tal cual la guardo en un cuadrito de madera perdido en alguna de mis cajas. Con los binoculares que alguien tenía se veía muy claramente un arcoiris resplandeciente a su alrededor y sus dulces facciones. Ahí estaba. No era más que una imagen, pero una definida imagen de ella. No era mi imaginación porque en cuanto la vi y apunte hacia el cielo todos los mis acompañantes la vieron claramente. Sin embargo, no lo creyeron. "Ay, L. no, no puede ser. Debe ser un efecto de los colores, las nubes y la luz, una ilusión óptica"...La discusión sobre lo que vimos continuó en la cabaña donde nos alojamos. Nadie lo creyó por más que todos habíamos tenido la misma experiencia.

Tres

Simple. Fa me dijo que son tres ángles, "'¡algo tan obvio L!" No recuerdo los nombres de ella a mi izquierda y él a la derecha. Pero sé que a mis espaldas está Icaro con sus grandes alas.

*Esa noche, también ella en mi cama, Fa recuerda que en su sueño dijo "tres" levantando tres dedos de su mano, refiriéndose sin embargo a algo completamente distinto y casi sin sentido.

Tuesday 8 June 2010

Me persigue, me persigo.

Regresé a la ciudad de las bananas, a ver a mis amigos y me crucé frente a mi casa, su casa. Una casa en la que según yo el pasado me daba derecho a entrar porque había sudo mía por años. Era casi de noche. La puerta estaba abierta y entré a husmear, a ver los muebles, la decoración, las fotos con las que supe que eran dos hijos de unos cinco y siete años y no solamente un bebé como yo creía saber y las cosas, las cosas de ella.


Oí de repente ruidos y traté de huír. Hice mucho ruido al cerrar la puerta,ya no sabía bien las mañas de esa casa. Huí por unas escaleras que me llevaron al techo de otras casas. Me seguían, me llamaban y yo seguía huyendo de casa en casa, de techo en techo. Me escondí en un tinaco vacío con el corazón en la boca y el estómago encogido. Pensé quedarme ahí el resto de la noche hasta poder escapar, pero me encontraron. Eran, cuatro o cinco jóvenes viviendo en la casa.


Me dijeron que no me preocupara, que la casa estaba abandonada y ellos simplemente la habían encontrado así y llevaban viviendo a escondidas ahí más de año y medio. Me invitaron a seguir husmeando. Primero la recámara de la niña. Llena de lujos, cortinas de seda con flores azules e hilo de oro, colchas de plumas de ganso, juguetes caros arrumbados en canastas de mimbre y una cama de princesa.


El cuarto del niño, de colores naranja, amarillo y rojo estilo mexicano no me llamó tanto la atención, pensé incluso que no era tan feo y exagerado.


Había otro cuarto, el de los juegos, los juegos de ellos. Disfraces, videojuegos, jeringas, drogas e instructivos. Tomé una de las jeringas con contenido azul para observarla de cerca, me lastimé la mano con la aguja sin querer y me asusté. ¿Compartiría entonces ya de sangre una enfermedad con ellos? ¿O es que compartía ese pasado? Esa casa, mi casa, redecorada. Mi casa, con otra dueña, con otras vidas ausentes que ni siquiera se imaginaban mi visita, que de mí ni se percataban.

La cuarta habitación era la de ellos en colores morados y rosas. Había un vestido de noche largo, negro y exagerado tendido sobre la cama, encima de una mascada con rosas bordadas. ¿Era esa mi mascada? ¿La había dejado yo ahí y luego ella se la había adueñado como se adueñó de mi vida bananera? Y si me la llevaba? Al finy al cabo era mía, no? No, la dejé. No quería levantar sospechas.


Tocaron el timbre. Oh, no más gente había llegado.

¿Eran amigos?¿De ellos o míos?


Bajé las escaleras y el grupo de jóvenes que vivía ahí a escondidas, dejando la casa cada día en las mismas condiciones en que la pareja la había dejado, sin pista alguna para no ser descubiertos, me dijo la verdad. La pareja sabía de ellos. Sabían que viven ahí, incluso pagan renta o al menos se supone que deben pagar renta y, de acuerdo a las condiciones de él, en caso de que la madre, el padre, la hermana o yo, nos apareciéramos en la casa, nos deberían dar el dinero. ¿Yo? ¿Era una mentira? ¿Me estaban mientiendo esos extraños? ¿O entonces no era yo tan ignorada?


Finalmente mi teléfono sonó y volví a la realidad con un sabor de boca a sal, con la angustia de un pasado ausente que pareciera escaparse cada vez que me trato de acordar de los detalles, pero también con la tranquilidad detener un presente en otra realidad.