Sunday 30 January 2011

El norte, las montañas, la abuela y los peces fake

Fui a visitar a mis abuelos. Mi abuela estaba bien y muy contenta rodeada de sus parientes. Cené con parientes que nunca antes había visto. Mi prima, su esposo y mi madre también nos acompañaban. Alguien dijo algo que inquietó tanto a mi madre que comenzó a hablar, casi a gritar, una canción en francés. De repente se le olvidaba la letra y me preguntaba en inglés como se decía tal cosa. La familia se incomodó y traté de relajarlos diciendo que en todas las familias hay un loco. Enseguida pensé que a mi madre no le gustaría ese comentario y traté de arreglarlo diciendo que lo bueno es que en ésta, todos estábamos locos. A nadie pareció gustarle el comentario. Quizá sólo a mi prima y a su esposo. Estaba con mi familia, pero era una familia de extraños.

Nos quedaríamos ahí a dormir y saldríamos al otro día temprano al aeropuerto. Quería aprovechar para ver el mar azul tan singular del norte, que baña los pies de las montañas salpicadas de cactus. Había muchos peces. Una señora pescó uno con su mano para cocinar. Mi prima pescó otro y lo dejó ir porque le dio pena verlo morir, a pesar de que yo le decía que se lo quedara.

Uno más grande que los que hasta ese momento habíamos visto, del tamaño de un huachinango y con fauces de tiburón, llegó a morderme la pierna. Lo pesqué. Qué buen tamaño tenía para ser comido. Pero lo dejé ir. Si no puedo pescar un pez para comer, no podría matar a un pollo o a una vaca...Debería ser vegetariana, pensé. Sin embargo, cuando lo dejé libre, alcancé a ver que el pez no era de verdad. Tenía un motorcito en la parte trasera y seguramente unos niños me habían querido jugar una broma.

Quería explorar más el norte. Había desiertos mágicos y chamanes indígenas que sabían cómo despertar la mente y hacerla volar a través de sus pociones naturales. Pero no me dio tiempo. Desperté porque L. soñó que se casaba conmigo y en la boda tenía hacer un concierto de canciones Bruce Springsteen para los invitados.

Friday 28 January 2011

Prasad

Mucha gente esperaba ansiosamente verla. Daría un curso o por lo menos, habría programa. Una mujer de piel canela y ojos grandes y negros, vestida con un sari morado parecía ser una de "sus favoritas". Tenía uno de los mejores asientos y se veía tan en calma y segura de sí misma que seguramente, pensé, sabía que tendría un encuentro especial con el guru.

Ella sre acercó con su apacible andar, saludando amablemente a los devotos, mientras éstos aprovechaban la oportunidad para presentarse con sus mejores y más espirituales líneas. Cuando se acercó a mí le dije "hola, G. mucho gusto", mi nombre y mi apellido y una fría y un tanto sarcástica, o quizá altiva sonrisa. A los pocos segundos se acercó a mí sosteniendo platito que tenía una galleta de gengibre en forma de muñequito con un poco de azúcar y salsa de chocolate a lado para remojarlo y endulzarlo más azúcar al gusto. Me dijo que era mi prasad y de pasó desbarató un poco mi ego.

Las cartas

Antes de ir a visitar el norte del país, donde viven mi abuelos, tuve un sueño largo, largo con él. Un sueño que duró quizá dos intensas semanas en la que platicamos mucho, mucho. Llegó un momento en que supe que no estaba despierta, sabía que era otro plano de conciencia. Y le pregunté angustiada, "papi, pero ¿cómo puedo hacer para acordarme de todo lo que estamos platiocando? Con una natural carcajada, de esas tan peculiares y espontáneas cargada de dulzura por mi pregunta me respondió con ternura "no te preocupes".

Es lo que más recuerdo.

Por esa respuesta es que decidí no hacer nada con sus cartas. Si mi abuela no quiere mostrármelas, yo no puedo forzar la situación.

Familia

Me visitó en dos ocasiones. Ahí estábamos todos, jugando, esperando para jugar juntos. Era quizá un bar con juegos. Cada vez que lo veía, me aventaba a sus brazos, aunque a veces era un poco difícil porque llegaba justo cuando me estaba poniendo un suéter, o haciendo otra cosa. Quería aprovechar su abrazo al máximo. Me dijo que no me preocupara, que ahí estaría un buen rato. MIs hermanos, mi madre, él y yo, pasamos dos tardes, jugando. Lo úno raro, es que él, no era él físicamente...No siento que haya sido más que producto de mi mente que extraña a la familia.