Ayer combatí un
dolor de cabeza el día entero y me eché una siesta de casi dos horas, cosa que
no hacía en muchos meses. Tuve un sueño lúcido. La pintura fresca que chorreaba
al descarapelar el tapiz no tenía sentido. Tenía que ser un sueño. Después, hablé
con mi prima, le contaba algo. Cambié de sueño. Entonces tenía un colmillo flojo, muy flojo, casi a
punto de caer. Se cayó y con él otros 300 dientes, como en la noticia que leí
hace unas semanas. No, pero eso no podía pasarme a mí, tenía que ser un sueño.
Sí. Entonces le conté a Ana Paula mi sueño, me parecía tan curioso que
estuviera platicando con ella de un sueño, sabiendo que era un sueño…
Y es la
segunda vez que pasa porque hace unos días soñé con la misma prima a quien
le contaba un sueño en el que soñaba con la amiga con quien me reía de un
sueño poco profundo. O sea que soñé que soñaba con un sueño poco profundo del
que vagamente me acuerdo...
Y entre tanto y
tanto, ayer sí funcionó el audio que puso L. en inglés para tener sueños
lúcidos. Me quedé dormida con tres opciones para soñar: volar, mi papá o ellas.
Los primeros dos resultaron. Soñé con mi papá un sueño largo. Me contó sobre la
madera, lo difícil que es tratarla. Me acordé de todos los mueblecitos que me
arregló para mi casa de muñecas. Luego me dijo que había estado muy ocupado
curándose, por eso no nos habíamos visto. Tantos hijos, además lo mantenían
ocupado. A sus 53 y enfermo estaba esperando al último.
Claro que no tenía
sentido, supuse que era un sueño. Pero le pregunté por qué tuvo tantos, si era
una cuestión de diseminar sus genes, o qué. Me dijo que no sabía, que
sinceramente no sabía pero parecía estar consciente de saber que tenía un
problema al respecto, como su hermano. Aceptándolo, quise grabarlo o tomar una
foto para comprobar si era realidad. No funcionó. Convencida de que estaba
soñando decidí quedarme con la memoria de sus gestos, su voz, su sonrisa y sus
movimiento, tratar de atrapar lo que más pudiera para acordarme al despertar.
Luego volé y volé
aunque no muy alto. Cuando quiero volar muy alto a veces me cuesta. Fue un poco
cardiaco porque me perseguían unos hombres con otros poderes sobrenaturales que
descubría al paso. Fui a un edificio a resguardarme, vi a mi amigo Pepe, que
hace tanto no veo. Lo alcancé a saludar
después de llamarle varias veces. Al final fui a un cuarto con monjes o swamis
en trajes de ejecutivos londinenses. Había un domo circular por el que se veía
el cielo azul. Ahí me quedé un rato.
No comments:
Post a Comment