Habló otra vez
antes de que sucediera lo peor. No sé si lo escribí antes y fue ya hace meses.
Dormía mucho y soñé con ella. La esperaba la muchedumbre y llegó con su sonrisa
grande y limpia enmarcada por sus labios gruesos y su mirada profunda. Me dijo
dos cosas. Ya tenía un nombre para ella. Era una ella y su nombre lo habían
sacado de una lista en sánscrito. Luego me dijo “no te regreses a México.
México is full of pain and ¿gried or greef? Cuando me dijo una de las dos
cosas, su imagen era diferente. Era una mujer occidental, grande, blanca,
cabello castaño y ojos claro, pero seguía siendo ella. A los pocos días, la catástrofe
sucedió.
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